Hay historias que se quedan grabadas en nuestra memoria hasta el final de los días. Anécdotas con tintes pasados que nos marcan, así no las hubiésemos vivido en carne propia, para siempre. Esto le sucedió a Jacqueline Hernández Medina, autora de la nueva novela de Ediquid: La tierra que la vio nacer (2020).
En esta entrevista, la escritora chilena nos comenta sobre su proceso de escritura, su necesidad de llevar este relato a otra ámbito y traspasar la intimidad familiar, hacer visible «una historia digna de ser contada, como un ejemplo de vida». En su novela, es la historia de vida de su madre, Melania Medina, y de esa tierra que la vio nacer, de todos los escenarios que esta valiente mujer pisó.
«La principal motivación para mí en estos momentos es recibir los libros y entregárselos a mi mamá. Mi mamita sabe que lo escribí, pero por sus problemas de salud (demencia senil) no lo va a recordar; para ella verse en la portada será una gran sorpresa. Te juro que esa fue mi motivación para escribir», comenta con una sonrisa Jacqueline Hernández.
«Mi mamá tiene casi 90 años. Cada cosa que yo escribí en La tierra que la vio nacer se la debo a mi madre. Ella me repetía la misma historia, la forma de hablar de sus tíos, de su padre, los diálogos de los personajes… Mi madre me los sigue contando todo igual».
Abordar la historia familiar puede ser todo un reto, sin embargo, en la narrativa de Hernández el relato trasciende su experiencia personal para hacer de Melania un personaje universal, un hilo conductor que muestra las experiencias que vivieron los campesinos en su proceso migratorio del campo a la ciudad, todas las vicisitudes que tuvieron que atravesar.
¿Cuándo y por qué comenzaste a escribir?
Yo tenía este proyecto en la cabeza desde hace tiempo. La verdad es que en el último año estaba pasando por un momento complicado y este libro me ayudó a sostenerme, me ayudó muchísimo. Este proyecto, que estaba estancado, fue una forma de mantenerme activa.
Cuando he pasado por crisis emocionales decido siempre hacer algo, ocuparme. Más allá de un psicólogo, para mí, mi mejor terapia es ocuparme en algo. Cuando fui escribiendo, escribiendo y escribiendo descubrí que la historia me era muy interesante y que me tenía muy sumergida. Al final decidí publicarlo para intentarlo, no podía perder nada.
¿Podría decirse que la circunstancia te llevó a hacerlo posible?
Los artistas en general, por lo que he leído, presentan sus mejores obras cuando han estado en momentos de crisis, lo mismo sucede con las empresas: cuando se les presentan crisis, también tienen las mejores oportunidades de mejora.
Yo también soy empresaria y tuve un momento muy fuerte, que me afectó en la parte emocional, sin embargo, lo consideré como una oportunidad para empezar a andar en este proyecto. Me la pasaba todo el día en eso, enfocada en eso. Al final no tenía mucho tiempo para acordarme de lo que estaba pasando.
También desde chiquita siempre le dije a mi mamá que escribiría un libro con su historia, siempre se lo decía. Pero lo decía como una niña, nunca lo dije en serio.
De repente, un día, estaba en la fila de un banco y me puse a escribir. Y me fluyó, me fluyó, me fluyó. Cuando llegué a casa leí lo que escribí y me encantó. Me encantó en el sentido en que reflejaba todo lo que yo quería transmitir. Escribí lo que sentía y al leerlo me llegó.
Después seguí y seguí. Luego, una persona muy importante para mí, cuando iba por la mitad del libro, me dijo «Tú tienes talento ¿por qué no lo publicas? ¿por qué te quieres quedar tú sola con esto? Es una linda historia, me lees los fragmentos y yo quiero saber qué sigue, sigue escribiendo para saber qué sucede».
«Yo sentía que era un tema de interés para otras personas»
Lo que me motivó a escribir La tierra que la vio nacer fue mi mamá, porque es una historia digna de ser contada, un ejemplo de vida.
Por otro lado, me inicié en un proceso de vida donde necesitaba extraerme un poco de la crisis personal, porque no la estaba pasando bien y por eso, con todas mis ganas, con toda la pena que tenía, con mis fuerzas, volqué todo lo que tenía a escribir. Me ayudó mucho, ahora estoy muy bien, muy contenta con el resultado.
Si me preguntas qué me motivó a escribir, pienso en mi madre y en mí misma.
Bajo esta circunstancia de tensión: ¿en algún momento fue difícil abordar la escritura de la historia?
Muchas veces se me hizo difícil. Coincidió con un problema que tuve en la empresa y en ese momento tenía muchos problemas financieros y legales. Entonces, hubo días en los que estaba totalmente focalizada en estos asuntos.
Existieron lapsos en los que efectivamente no pude escribir, muchas veces lograba salir algo, pero no reflejaba lo que quería expresar realmente, entonces lo desechaba. Es muy cierto que uno no siempre está inspirado o iluminado, no siempre puedes plasmar lo que realmente quieres contar.
Me pasó que por mis problemas no podía escribir, pero finalmente salió lo que yo quería. Al final, no importa cuánto te demores, debes entregar lo que realmente sientes que debes: la gente se merece esa autenticidad.
Al final, no importa cuánto te demores, debes entregar lo que realmente sientes que debes: la gente se merece esa autenticidad.
La escritura fue entonces un canal para sanar y también una forma de transmitir el recuerdo de Melania ¿cierto?
Este asunto de la escritura fue un tema de lo más alejado del ego. A mí no me interesaba sacar un libro rápido, me interesaba conmover a mi primera lectora: a mi mamá.
Yo quería entregar su enseñanza de vida, que no solo la tuviéramos mis hermanos y yo, que las personas que leyeran tuvieran esa chispita de esperanza que nos dice que, a pesar de las adversidades, todo va a salir bien, que vieran que Dios o el universo, en lo que sea que crean, te va a ayudar siempre.
¿Consideras que lo anterior es lo que hace única a la historia de La tierra que la vio nacer?
Creo que es un relato que sobresale por ser una historia real. Los diálogos son honestos, sinceros, reales. No hay un filtro en lo contado.
Cada personaje tiene sus propias dificultades, su dolor interno. Es un libro que narra las verdades del campo, personajes inválidos físicamente, pero con una gran fortaleza espiritual, como Berta. Esta mujer tenía que trabajar como cantora, absolutamente autodidacta, sin nadie que le enseñara, para ganarse la vida para sus chiquillos.
Berta tuvo que parir amarrada a una viga, más de 20 veces, perdiendo a sus hijos, descalcificada por todas las situaciones que vivía y lidiando con relaciones tormentosas (su esposo era alcohólico); este tipo de personaje es común en los campos chilenos.
En el fondo, se trata de una persona real que vivió estas experiencias; es mostrar que hay una realidad distinta, una experiencia de vida que no se pueden imaginar los jóvenes actuales. Los chiquillos de ahora deben darse cuenta de dónde viene, lo que cuesta la vida.
Mi padre, a quien menciono en el libro, creció siendo arrendado en otras casas con mejores condiciones económicas. Desnudar la realidad campesina de los países latinoamericanos es un poco lo que quería transmitir, ver más allá del folclore y lo pintoresco, para mostrar la rudeza de estas vidas.
Los chiquillos de ahora deben darse cuenta de dónde viene, lo que cuesta la vida.
Para mí La tierra que la vio nacer es una historia que muestra toda la realidad que han vivido los campesinos que han emigrado desde su lugar de origen a Santiago. Para mí, la historia estaba ahí, había que narrarla, contarla.
Al tener este propósito bien claro ¿sientes que hubo alguna lectura o muestra de arte que te inspiró?
Mi referente en la literatura y que me generó la espina de querer escribir como ella, pensando cómo sería de bueno escribir así, es Isabel Allende. Ella tiene una escritura muy original, arraigada a sus raíces, es una persona que narra desde el corazón. Cuenta muchas realidades que se viven en nuestro país. Allende ha sido una de las autoras que me inspiran.
También me gusta mucho el folclore chileno, como la música de René Inostroza, canciones que escuchaba cuando era niña en Ninhue, la tierra de mis padres.
¿Qué le recomendarías a las personas que quieren escribir y publicar?
Primero que todo, que deben sentir. Si bien es cierto que un artista debe tener formación, cierto nivel, es importante que pueda mostrar lo que siente.
Tienes que sentir respeto por la gente, si uno va a escribir algo solo por decir «escribí algo» puedes hacerlo, pero pierde autenticidad. No importa cuánto te demores, cuánto se tenga que rehacer, escribir va a significar trabajo, van a tener que preguntar, hacer mucha pega, pero es seguir, lo más reconfortante será el resultado al final del camino.
Yo creo que todo tiene que partir de lo que sientes porque el otro lo va a percibir. El desafío está en ser honesto, escribir de verdad, con cariño y con amor. Las personas perciben cuando algo sale del corazón, cuando es íntimo, como en mi caso la historia de mi mamá, mi vida familiar.
También les digo que se atrevan, si realmente quieren compartir una historia, una investigación, un trabajo que sea importante y que crean que puede ayudar, que lo hagan. Yo no tenía idea de que escribía, un día solo salió. Un tercero me tuvo que decir que podía hacerlo para continuar.
No importa los miedos que tengan, que se lancen, sin importar cuánto se tarden, pero que lo hagan con amor.
Cada día, aunque suene una frase cliché, te da la posibilidad de hacer algo nuevo, de aprender algo nuevo, de levantarte, de entregar algo nuevo al otro. Cuando uno hace algo con amor lo resuelve, a la larga o a la corta, pero lo resuelve.
Por último, ¿cómo fue el proceso editorial con Grupo Ígneo?
Excelente. Para mí, que soy una persona nueva, que no tenía idea del asunto de la literatura y cómo funcionaba fue magnífico; el apoyo, la cercanía, la preocupación han sido fundamentales durante el proceso.
Es un grupo de personas que te están apoyando, dando feedback, respondiendo a tus dudas más básicas, es un apoyo que uno dice «¡Wow! Hay gente que se interesa en mi trabajo».
Yo nunca pensé en publicar, esto que me está pasando ahora, que hay una editorial de por medio, un libro, es sentir que se me escapó de las manos. Lo que yo quería en primera instancia era narrar esta historia.
Es un apoyo que uno dice «¡Wow! Hay gente que se interesa en mi trabajo».
Jacqueline Hernández se despide con una actitud muy esperanzadora: «Yo pretendo seguir escribiendo. Esto para mí fue un atreverse. Tengo a lectores preguntándome qué viene». Así que más temprano que tarde volveremos a tener noticias de esta escritora chilena.
Si quieres conocer más sobre la historia de Melania, Berta y otros personajes te invitamos a adquirir este libro a través de la página web de la editorial Grupo Ígneo, en Amazon y en otras librerías (disponibles en formato físico y electrónico).
Me siento muy feliz por Jacqueline y este gran logro. Poder leer esta entrevista es realmente una tremenda satisfacción. Lo que comenzó solo con la idea de un tributo y reconocimiento a la abnegada y sacrificada vida de su madre, hoy se transforma en algo mucho más que eso. Así como la Sra. Melania que migró del campo a la ciudad, hay muchas mujeres de esfuerzo que hicieron lo mismo y claramente estas historias de vidas reales merecen ser contadas. Le deseo a Jacqueline Hernández todo el éxito que le depare este nuevo camino de la escritura. Y por supuesto vamos a esperar con ansias su siguente libro.
¡Muchas gracias por tu comentario, Patricio!
¡Todos estamos a la espera del segundo libro de la autora!