Descripción
Memorias de un sauce llorón, de Ulradico Posada Santos, es un libro de retrospectiva y reflexión. Rescatado de las llamas por su propio autor, en él late la urgencia por ordenar la experiencia vivida.
La obra está compuesta por una miscelánea de textos escritos a lo largo de sesenta años donde encontramos el amor, la nostalgia, la memoria, el humor y la reflexión como ejes dinamizadores de la escritura.
Prueba de esta diversidad son también el conjunto de registros, estilos y tonos que conforman el volumen y que van desde los sonetos amorosos, elegíacos, tiernos; hasta la narración, grave y alegórica a veces; humorística y desenfadada en otras ocasiones.
En sus páginas, además, se destaca el oficio de escritor así como el de lector, cultivado a lo largo de una vida. El cuidado por las formas, el léxico y el preciosismo en la prosa nos recuerdan a épocas inmemoriales, donde las letras contaban con estos valores fundamentales.
Un libro que es testimonio, reflexión permanente a través de diversos géneros, elección de las letras sobre la espada.
Este es un fragmento de Memorias de un sauce llorón, de su apartado «Buenos días, mi amor»
Al atardecer, en un recodo del camino, surgió de la nada un anciano macilento y desdentado, con una guadaña en su mano. Atravesándose, insolente, nos cerró el paso. Un aire helado invadió todo el jardín. Se estremecieron los sauces llorones, se deshojaron las rosas, cesó el trino de los pájaros cantores y lloraron también las siemprevivas.
El viejo me miró displicente y, casi atropellándome, se dirigió a ti y con voz cavernosa exclamó: «Soy Azrael, el Ángel de la Muerte. Tu viaje ha terminado y yo vengo por tu alma».
Enardecido, quise luchar para destruir al anciano, para triturarlo con mis manos, para degollarlo con su propia guadaña. Aunque anhelaba ser más poderoso que la Muerte, mis miembros perdieron la fuerza como si fueran de algodón. El dulce sueño se había convertido en una trágica y fatal pesadilla.
Uldarico Posada Santos
Ingeniero colombiano que desde su juventud en las aulas de las universidades de Los Andes (Bogotá) e Illinois (Estados Unidos de América, combinó magistralmente la aridez de las ecuaciones diferenciales con la ubérrima ternura de la poesía, la música y el amor.
En la nórdica Suecia, donde además de contemplar el sol de medianoche al lado de una rubia vikinga, se especializó en telecomunicaciones. Esto le permitió, como burócrata internacional, ser testigo y gestor de los desarrollos tecnológicos que dieron origen a la Cuarta Revolución Industrial.
Hoy, ya retirado, solo piensa en trascender en el amor a su familia y en su obsesivo empeño de aportar parte de su vida a mitigar las penurias de los pobres irrelevantes.
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