Según la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, existen más de 82 millones de migrantes en todo el mundo. Esta población ha abandonado su lugar de origen, en su mayoría, por motivos políticos, sociales o económicos. Estos datos los conoce muy bien el periodista colombiano, que reside actualmente en Chile, Wilson Charry.
En el continente americano hay alrededor de 16 millones de refugiados, incluidos quienes se desplazan dentro de un mismo país y aquellos que van hacia otras naciones. Para muchos de ellos emigrar fue una acción forzada, sin embargo, hay quienes eligen salir de su país y su zona de confort por razones distintas: amor, estudio o la simple aventura de conocer nuevas tierras y culturas. Todas estas experiencias y las vicisitudes que traen consigo están reunidas en Gente de Valijas, la primera obra Wilson Charry.
Esta novela de ficción, con muchos toques de realidad y cotidianidad, refleja, a través de crónicas narradas en primera persona, la historia de una familia que, por tres generaciones y movidos por diversos impulsos, decidieron explorar un nuevo mundo.
«A veces vemos la migración tan distante pero, realmente, es más cercana de lo que nosotros creemos. No conozco a alguien de mi entorno que no tenga un conocido migrante, que no tenga algún familiar que haya migrado», señala su autor recordando que este fenómeno no ocurre solamente en el ámbito internacional, sino también de forma local.
«Nuestros papás o nuestros abuelos fueron migrantes en su propio país, todos conocemos, somos o hemos sido migrantes y Gente de Valijas es un poco eso, busca contar la migración como algo muy cotidiano, mostrar cómo se sufre ese fenómeno dentro de la misma familia y cómo afecta en este núcleo», explicó.
No conozco a alguien de mi entorno que no tenga un conocido migrante, que no tenga algún familiar que haya migrado
Si bien esta es la primera novela de Charry, publicada bajo el sello Ediquid de Grupo Ígneo, no es su primer acercamiento con el fenómeno migratorio. Durante más de una década, este periodista colombiano ha trabajado de la mano con quienes buscan nuevas oportunidades en tierras no nativas, no solo por el hecho de ser migrante (hace 11 años partió de su natal Cali para residenciarse en Santiago de Chile), sino porque el país que le abrió las puertas también le dio la oportunidad de trabajar como funcionario público en el Departamento de Extranjería y Migración del gobierno chileno. Además, el también fotógrafo se ha formado en un diplomado de Política y Gestión Migratoria, en la Universidad Miguel de Cervantes de Chile y fue co-fundador de un programa radial sobre multiculturalidad, llamado Chile a todo color.
Épocas distintas, mismos problemas
La migración trae consigo diversos problemas de índole social como la xenofobia, el clasismo, la discriminación, el racismo y hasta la homofobia y violencia de género. Son temas que también se reflejan en esta obra, pues sin importar que esté ambientada en décadas diferentes -años cuarenta, ochenta, noventa y en la actualidad-, para su autor, los problemas en torno a la migración siguen siendo los mismos.
Charry hace una analogía de lo que sucede cuando una planta es cambiada de una maceta a otra. Sufrirá, sí, experimentará cambios, pero asentará sus raíces.
«Cuando una persona sale de su terruño, de su país, siempre va a tener problemas considerables, independientemente de la época en que haya salido. Nuestros abuelos o padres, cuando tuvieron que migrar de una ciudad a otra, tuvieron consecuencias importantes. Si bien Gente de valijas tiene una temática principal que es la migración y los conflictos familiares que genera este fenómeno, también toca temas que van en torno a esos otros problemas sociales que, definitivamente, no desaparecen con el tiempo».
Actualmente, en Colombia, país del autor, hay más de un millón de venezolanos y las denuncias por actos xenofóbicos son innumerables. «He escuchado, por ejemplo, que muchos han sufrido muchos episodios de discriminación. Es algo irónico porque Colombia es un país de emigración, son más los colombianos que están por fuera que esa misma cantidad de venezolanos dentro del país. Esas son las paradojas que se presentan con este fenómeno. El miedo al otro, lo distinto, la desconfianza siempre van a estar presentes. Es un tema que no pasa por épocas, se mantiene, la diferencia es que ahora son más visibles los hechos gracias a la tecnología».
La novela no está dirigida a un público específico, cualquiera se puede sentir identificado de una u otra forma porque toca temas muy reales, cotidianos, actuales, y que hemos tenido desde siempre y vamos a seguir teniendo en la sociedad
Charry enfatizó que el flujo migratorio en el mundo es cambiante y por eso resulta fundamental educar para entender este fenómeno y atenderlo de la mejor manera. «Hoy, por ejemplo, hay venezolanos en Colombia, pero en los años setenta fue al revés, los colombianos fuimos a Venezuela a buscar un mejor futuro, hay un capítulo donde se habla de eso. Las cosas cambian, hoy son venezolanos los que están en Colombia pero uno no sabe qué vueltas da la vida y puede ser que, en algunos años, se pueda dar vuelta a la tortilla, otra vez».
Por las distintas temáticas que se abordan en la novela, Charry aseguró que es una lectura recomendada para cualquier persona. «No está dirigida a un público específico, cualquiera se puede sentir identificado de una u otra forma porque toca temas muy reales, cotidianos, actuales, y que hemos tenido desde siempre y vamos a seguir teniendo en la sociedad, no por ser pesimista sino porque somos humanos. Si bien Gente de valijas gira en torno a un personaje y una familia, no hay personajes buenos ni malos, son personajes simplemente humanos, reales, no hay nadie suficientemente bueno o suficientemente malo, por ello, los lectores se pueden sentir identificados en cualquier episodio».
La aventura como herencia
Si bien las crónicas de Gente de Valijas son producto de la imaginación, están basadas en experiencias personales y vivencias ajenas. «No puedo escribir algo totalmente de ficción», confesó Charry, que, como todo periodista, se aferra a la verdad y busca contar historias.
El colombiano explicó que antes de comenzar a escribir la novela, tuvo que realizar un trabajo de investigación y se dio cuenta que sus historias no son muy diferentes a las de cualquier otra persona.
«Mi familia tiene esa vena migrante y creo que, seguramente, la tendrán mis hijos o nietos, si es que los tengo. En el fondo, creo yo, aunque no es un tema científicamente comprobado, hay algo en la genética que hace que uno tenga curiosidad, quiera indagar en nuevas culturas. Pero, por otro lado, también conozco gente a la que no le gusta migrar y así le pagaran un millón de dólares, no lo harían. Estoy seguro de que ellos son minoría, creo que en el fondo, todos queremos, de alguna forma, ver qué es lo que hay allá afuera», dijo.
Sin embargo, aunque son muchas las personas que se puedan considerar «ciudadanos del mundo» este autor analiza lo que denomina la «condena eterna de los forasteros».
Uno no se siente ‘ni de aquí ni de allá’, porque por muchos años que pasen en esa nueva tierra que nos acoge, uno se va a sentir como forastero
«Yo tuve la oportunidad de salir del país en mi adolescencia, de mochilero. Me fui a recorrer el continente en bus y pude, después, radicarme en otros países. Siempre, cuando uno sale de su país, uno lo extraña, uno quiere estar allá, extraña su comida, sus calles, su gente, pero pasa el tiempo y de alguna forma es inevitable que uno vaya echando raíces en esa nueva tierra que lo acoge, cambia, incluso, algunas palabras en su diario vivir».
«Pero, uno extraña tanto su tierra que, irónicamente, cuando vuelves después de muchos años, incluso en ella te sientes extraño. Podríamos decir que uno no se siente ‘ni de aquí ni de allá’, porque por muchos años que pasen en esa nueva tierra que nos acoge, uno se va a sentir como forastero, porque hay un choque de cultura que es normal, pero cuando vuelves a tu tierra, también te sientes igual. Yo no sé si eso es bueno o es malo, pero hace parte de este fenómeno. Creo que uno tiene que sacarle provecho a eso y, finalmente, con los años te das cuenta que podrías migrar a cualquier lugar, teniendo mayor facilidad de echar raíces».
¿Un verdadero sueño americano?
Existe la falsa creencia, especialmente en países de América Latina, que migrar, sobre todo cuando se hace a naciones del primer mundo, es sinónimo de triunfo, es pensar que la persona que deja su tierra y se aventura en un país distinto logrará ese sueño americano, una vida de película.
«Mucha gente todavía piensa que las personas cuando migran por una mejor oportunidad económica al otro lado la van a tener muy fácil, van a ganar mucho dinero y encontrar ese sueño americano, esté esta fantasía donde esté. El común denominador es que no es así, pueden haber excepciones, por supuesto, esos casos son, definitivamente, la minoría».
Para Charry, cuando una persona decide salir de su país se da cuenta lo difícil que resulta emigrar, no solamente por el tema económico, sino también por las dificultades que lleva encontrarse con una nueva cultura, a veces con un nuevo idioma.
«La gente, muchas veces, no se alcanza a imaginar las penurias que sufre una persona cuando decide salir del país; de pronto con la tecnología, más con este mundo tan globalizado donde la gente tiene más posibilidad de viajar que hace 30 años atrás, han tenido más conciencia de ello, pero aún así, yo creo que hay gente que todavía piensa que eso es como ganarse la lotería», expresó.
Para Wilson Charry el libro Gente de Valijas puede ayudar a entender esas penurias que viven los migrantes. «Las personas se pueden sentir muy identificadas con la novela porque se expone esto desde el primer capítulo, cómo las personas creen que el migrante ya está logrando ese sueño americano de película. La novela no trata de satanizar el fenómeno migratorio, todo lo contrario, trata de humanizarlo», explicó, al tiempo que confesó que para él, migrar ha sido una de las experiencias más bonitas que le ha regalado la vida. «Es algo totalmente enriquecedor».
Un quiebre manejable, pero inevitable
Emigrar, sin duda, está ligado a un posible quiebre dentro de la estructura familiar, no solamente por los kilómetros de distancia que separan a sus miembros, sino por ese desprendimiento natural que surge al tomar caminos diferentes. Para Wilson Charry, mantener esa unión familiar resulta muy importante, pero el mismo nivel de importancia tiene poder sentar raíces y enfocarse en el nuevo destino.
«Cuando una persona sale de su país o de su ciudad, de alguna u otra forma se va desprendiendo de su familia. Eso es lo que más se extraña al principio, pero es inevitable que durante todo ese proceso del fenómeno migratorio se vayan rompiendo lazos. Hace años, por esa falta de tecnología, como lo vemos en el libro con la historia del abuelo Fortunato en los años cuarenta, se rompieron esos lazos familiares. Hoy en día, afortunadamente, se puede tener mayor contacto gracias a la tecnología», señaló.
«De igual manera, considero que hay un quiebre, un distanciamiento. No es lo mismo una persona que vive veinte años en Japón y su familia que vive esos mismos veinte años en Latinoamérica. Pueden tener todo el contacto que quieran, pero esa persona que vive en Japón va a echar raíces en ese país y de alguna forma se va a estar fragmentando, involuntariamente, esa relación. Yo creo que esa fragmentación de la familia y esos conflictos es algo que de alguna forma hace parte del proceso y del fenómeno migratorio».
Conociendo al escritor
A pesar de que, como profesional de la comunicación, publicar contenidos es parte del día a día, darle vida a su primera obra literaria fue todo un reto para Wilson Charry.
«Creo que uno con su primer libro siempre tiene muchos miedos. Gente de Valijas fue pensada durante mucho tiempo, tuvo un proceso de investigación previo y es muy curioso porque la novela fue gestada mientras estuvimos en México; ahí nació, pero fue escrita en su mayoría en Colombia y terminada en Santiago de Chile», confesó.
«El proceso de escritura fue largo, sobre todo de estructura y de investigación. La pandemia me ayudó mucho a dedicarme 100 % a ella, eso facilitó la escritura, me dedicaba casi 12 horas al día a escribir. Fue un proceso que tuvo más de un año en concretarse, con los miedos naturales, no me avergüenza decirlo, sentí miedo en publicarla».
Hablar de su inspiración al momento de escribir es hablar de autores que destacan por su sencillez y cotidianidad. Isabel Allende y Gabriel García Márquez son sus referentes. La casa de los espíritus y Mi país inventado son algunas de las obras de la escritora chilena que más recuerda Charry, mientras que del Gabo destaca Vivir para contarla.
«A mí siempre me ha llamado la atención el realismo mágico porque me parece más fácil de leer. Allende tiene una forma de escribir tan sencilla que hace que la historia le llegue a uno bastante; pero si hablamos de un ejemplo a seguir es imposible no mencionar a García Márquez, no solamente porque es de mi país, no tiene nada de ver con eso, simplemente, por su forma de escribir bella, esa forma de escribir tan cotidiana es lo que me mueve».
«Creo que yo como autor busco eso cuando escribo, que la gente se sienta identificada. No sé si será por falta de imaginación, pero no puedo escribir otra cosa que no sea de la cotidianidad, además, mi profesión ayuda y me interesa contar historias; lo que uno quiere, al final, es volverlas más fantásticas».
Sobre el proceso de edición con Grupo Ígeno, Charry calificó de positiva la relación. «Me sentí súper bien desde el principio, tuve una buena retroalimentación y el contacto no fue solamente formal a través de correos electrónicos, sino más personal a través del WhatsApp, la comunicación ha sido estupenda. Lo más probable es que mi próximo libro sea con esta editorial».
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