La escritora Astrid Adrianzén Vite nos invita a un recorrido por la ironía de la vida cotidiana en su libro Crónicas de la ironía. Inspirada en experiencias personales y en la observación de la sociedad, la autora nos sumerge en relatos donde el destino juega con las expectativas humanas.
El origen de Crónicas de la ironía
Este libro nació en un contexto particular: la pandemia de COVID-19. Para evitar el transporte público, Astrid caminaba por la ciudad y observaba la vida a su alrededor. Los gestos y rutinas de los desconocidos se convirtieron en semillas para sus relatos. «Siempre he sido observadora, pero en ese tiempo lo era aún más. Intentaba adivinar la vida de las personas con solo mirarlas», nos cuenta.
La ironía como eje central
El título del libro no es casualidad. La ironía es un recurso clave en estas crónicas. Los personajes enfrentan finales inesperados y, a menudo, caóticos. «No siempre es humorístico, pero sí deja en claro que los planes no siempre salen como queremos», explica Astrid. Sus historias buscan provocar reflexión. Muestran que el destino puede tener un sentido de humor cruel.
Historias que conectan con el lector
Las crónicas del libro se inspiran en vivencias personales y situaciones familiares, barriales y universitarias. «Cada tema es reconocible. Cualquiera puede recordar una historia similar en su propio entorno», menciona la autora. Este vínculo con la realidad permite que el lector se identifique con las narraciones y reflexione sobre los detalles que suelen pasar desapercibidos.
Uno de los relatos más significativos para Astrid es Veinte céntimos. «Fue una experiencia que me marcó profundamente. Me hizo darme cuenta de cuán grande puede ser el universo dentro de una persona y lo indiferentes que podemos ser», confiesa la escritora.
Un llamado a la reflexión
Más allá del entretenimiento, Crónicas de la ironía busca que sus lectores cuestionen su entorno. «Escribí este libro para que otros se sientan identificados con los relatos y comprendan que las casualidades existen. Pero lo que sí podemos cambiar es la forma en que las vemos», enfatiza Astrid.
El desafío de escribir en movimiento
Astrid Adrianzén nos revela que su proceso de escritura fue poco convencional. No escribía en un estudio, sino en el transporte público camino al trabajo. «Sacaba mi teléfono y escribía sin parar. Cuando terminaba un relato, con mucha emoción, se lo enviaba a mi mamá», nos dice con una sonrisa.
Futuro literario
Aunque no tiene un proyecto definido, la autora sigue escribiendo constantemente. «La ironía siempre estará presente en nuestras vidas. Seguramente seguirá siendo un recurso en mis futuros relatos», concluye Astrid.
Con Crónicas de la ironía, Astrid Adrianzén nos ofrece un libro que, con su mirada crítica y estilo envolvente, invita a repensar la realidad. Nos ayuda a encontrar sentido en los giros inesperados de la vida. Una lectura imperdible para quienes disfrutan de la literatura que refleja la complejidad humana con un toque de mordaz reflexión.