Descripción
Yeimi García fue diagnosticada con cáncer en el 2014, después de sentir una gripe que no parecía desaparecer con nada. Esta es su historia. Este relato, que engloba todos los sucesos de dolor y sufrimiento, es un viaje desde el cáncer hacia la sanación del alma. Hacia el bienestar de la mente y el cuerpo.
En El cáncer y yo. Renaciendo de la oscuridad, Yeimi García narra cómo obtuvo su despertar espiritual. Y así, encontró la verdadera paz y felicidad que había en ella misma y que había olvidado.
La autora no se adhiere a una religión específica, solo considera que Dios es la fuente que está dentro de uno mismo, una fuente que permite la liberación y la transformación real en seres sanos, positivos y abiertos a los cambios.
Yeimi se desprogramó de falsas creencias y pensamientos destructivos que la estaban llevando a su muerte, a una zona de oscuridad donde creía que su cuerpo había venido al mundo a sufrir.
El libro es un reflejo de la dolorosa trayectoria que tuvo que recorrer su autora para obtener el aprendizaje. Un viaje en el que ella tuvo que aprender a ponerse en los zapatos de los otros. A perdonarse a sí misma y a los demás para llegar a la verdad: todos somos hijos de Dios.
Así inicia El cáncer y yo
En mayo de 2014 me levanté y me sentí muy mal. Tenía malestar general, cansancio y gripe. Pensé que era pasajero y no le presté atención. Sin embargo, la indisposición persistía, por lo que resolví ir a la farmacia y tomar unos analgésicos para que pasara, pero su efecto solo duraba ocho horas.
Un día decidí ir al médico, donde me recetaron medicamentos para la infección. Supuse que el malestar iba a pasar y que todo iba a volver a la normalidad. No obstante, la gripe no se calmaba, me sentía bien una semana y luego regresaba. La doctora decidió recetarme algo más fuerte. «Con esto se me quita» pensé, pero continuaba. El bienestar duraba ocho días y los síntomas volvían. Al ver que no funcionaba, la doctora decidió enviarme unos exámenes para saber qué estaba pasando. Fueron varias pruebas, de sangre, de orina… por último, se decidió por exámenes de rutina: la citología. Al día siguiente, muy temprano, fui a tomarme las muestras y regresé a mi casa.
Mi vida parecía normal, tenía una familia y tres hijos y trabajaba de forma independiente en una fábrica de alimentos con mi esposo. Seguí con mis labores diarios como madre y esposa pensando que todo estaría bien y que simplemente era una gripe.
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