Descripción
La proclividad del homo sapiens a esclavizar su libre albedrío a las adicciones me indujo a una serie de meditaciones, las cuales fluyeron de manera espontánea ante la perplejidad que me provocaron los desastres que abaten al planeta, la naturaleza y la humanidad.
Todos somos adictos en verdad. Hay adicciones que generan energía existencial y otras que, en cambio, la consumen. Las adicciones al amor, a los libros, a la música, afianzan la fe en la racionalidad del homo sapiens. La adicción al odio y la polarización; a la guerra y a las armas; a las drogas sicotrópicas; a la perversa adicción al poder económico y político, pisoteando la dignidad de los congéneres; y a la tecnología que enferma la inteligencia, son taras genéticas que ubican al ser humano en el nivel más bajo del reino animal.
Sin embargo, ya en la recta final de mi existencia, quiero dejar, desde las estrellas, un mensaje de esperanza a mis hijos y nietos, autorizados de antemano a compartirlo con las personas que lo merezcan por vínculos de amor o de amistad.
Uldarico Posada Santos
Ingeniero colombiano que, desde su juventud en las aulas de las universidades de Los Andes (Bogotá) e Illinois (Estados Unidos de América), combinó magistralmente la aridez de las ecuaciones diferenciales con la ubérrima ternura de la poesía, la música y el amor. En la nórdica Suecia, donde además de contemplar el sol de medianoche al lado de una rubia vikinga, se especializó en Telecomunicaciones. Esto le permitió, como burócrata internacional, ser testigo y gestor de los desarrollos tecnológicos que dieron origen a la Cuarta Revolución Industrial. Hoy, ya retirado, solo piensa en trascender en el amor a su familia y en su obsesivo empeño de aportar parte de su vida a mitigar las penurias de los pobres irrelevantes.
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