Sumergirse en las comunidades asháninka y vivir una experiencia única que combinó la naturaleza con la purificación interior llevó a Danitza Crosby a publicar su primer poemario: Tsonkiri.
Crosby, artista, docente, poeta y titiritera piurana, se inició en la poesía en una época donde la mujer era considerada sólo la musa y no la pluma. Sus versos reflejan vivencias que se vuelven universales al hablar del amor y la compañía. Esta primera obra, de la mano de Grupo Ígeno, se convierte en un homenaje a la cultura amazónica, a la naturaleza y al amor.
Tienes varios poemarios escritos ¿qué te llevó a elegir Tsonkiri como el primero para ser publicado?
Fue como una intuición. La experiencia con la cultura asháninka, el hecho de vivir con ellos, el viaje, lo que experimenté, me hizo sentir que publicarlo era lo más importante. Tsonkiri es una palabra relacionada con el vuelo, dicen Tsonkiri y hablan de mariposa, desde que llegué empaticé con ese nombre, recuerdo que lo apunté en mi libretita, lo sentía cercano. Ponerle ese título es un homenaje para la cultura asháninka.
Tsonkiri es una palabra relacionada con el vuelo, dicen Tsonkiri y hablan de mariposa, desde que llegué empaticé con ese nombre
¿Cómo fue vivir con los asháninka?
Fue rarísima esa experiencia. Recuerdo que llegamos al lugar después de un largo viaje en canoa. Llegamos en la noche, sin pompas, y nos bañamos en un caño, en plena oscuridad. Nunca imaginé que alrededor había diez mil casas. Toda la fauna nocturna de la selva se encontraba allí.
La noche nunca dejó de sonar.
Luego, cuando los niños se fueron acercando, ya que viajé hasta allí para coordinar un albergue, fue una experiencia curiosa. Yo tenía que enseñarles, ayudarlos a hacer sus tareas, era una mamá con ellos. Fue muy bonito, me encariñé y me sentía totalmente una mamá. Estaba preocupada porque se ocuparan de sí mismos, porque le dieran más importancia a su persona. Fue una experiencia muy grata. Estuve a punto de regresar en el 2020, pero no se pudo.
La selva y su paisaje ¿influyó muchísimo en tu escritura?
Yo tenía las tardes libres para sentarme, sentir la naturaleza, caminar descalza, relacionarme con las personas. Yo soy vegetariana y ellos se acercaban a mí para que compartiéramos en sus comidas. Lo que les recibía era el masato (una bebida fermentada a base de yuca, arroz, maíz o piña) y en cada casa me daban esta bebida para compartir con ellos. Había veces que prefería no salir para no tener que tomar masato en todos lados.
Quizás mi propia sensibilidad me ayudó a sintonizar con ellos, lo que implicó que esa relación se mostrase en mí poesía.
Mi poesía se llenó de naturaleza, de estar en y con la naturaleza.
En tu poemario también abunda la poesía amorosa y la recuperación de la memoria ¿sientes que hay un eje temático en Tsonkiri?
El eje es Quimpiri, ese viaje a la selva. Es la vivencia. En este viaje se mezclaron las visitas a Cajamarca, por ello las coplas cajamarquinas, así como a Ayacucho.
¿Sientes que la poesía que escribes busca reflejar una realidad de la que eres la protagonista?
En mi caso soy el personaje que está experimentando y sintiendo. Algo que destaco, por ejemplo, es la relación con Bobita, mi perrita en Quimpiri. Cuando la veo, toda enferma y esquéletica, se me rompió el corazón. Yo la bañé, la cuidé y ella se quedó conmigo, me cuidaba. Por eso quise escribirle su poema, compartir esta experiencia amorosa y de cuidado. Cuando la conocí, ella era un saco de huesos.
Mis poemas son vivenciales, generalmente no hablan de idealizaciones sino de cosas que fueron pasando. Sí, se vuelven universales al hablar del amor, la compañía y el compartir con las personas.
Mis poemas son vivenciales, generalmente no hablan de idealizaciones sino de cosas que fueron pasando.
¿Tienes lecturas o autores que te hayan marcado de tal manera que, de una u otra forma, lo reflejas en tu escritura?
Yo cuando inicio en la poesía tenía 15 años y me encuentro con Charles Baudelaire. Me fascinó, Las flores del mal para mí, fue un libro muy importante, de cabecera, porque yo leía mucha ficción y libros de narrativa. A los 15 empecé leer a Baudelaire, fue el que más me marcó, además que hablaba de la expresión sexual sin tabúes. Luego conocí a un argentino que escribía una poesía libre, sin tapujos y me encantó.
Mi poesía ha cambiado mucho. De los primeros versos hasta ahora. Cuando empecé usaba mucho la rima, los endecasílabos. Pero eso era en la universidad. De ahí pasé a la poesía libre. Soy de corregir mucho mi propia poesía y soy de prosa libre. La Danitza que escribe ahora, en este poemario, es alguien que te habla de la vida, las vivencias. Antes, era bien feminista, a los 15 y 16 años.
Me fascinó, Las flores del mal para mí, fue un libro muy importante, de cabecera, porque yo leía mucha ficción y libros de narrativa.
Las amistades que me rodeaban en aquella época, en los 90, la generación de escritores, de alguna forma también me impactó bastante. Antes las mujeres no éramos llamadas a escribir, no éramos más que consideradas como musas, la inspiración. Tuve que enfrentar todo eso, romper ese prejuicio de que no es así. En los grupos, en su mayoría de varones, no
se me consideró. En la generación del 2010 es cuando comienzo a andar en los festivales de literatura, a involucrarme, y todo eso, de alguna forma, me hizo algo rebelde a publicar mi poesía.
¿Cuáles son los libros de narrativa que recomiendan leer?
Me gusta mucho Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, Rayuela de Cortázar, casi todos los escritos de Julio Verne me encantan. Y Baudelaire, Javier Heraud, César Vallejo es uno de los grandes, y qué decir de Jorge Luis Borges. Contradictoriamente, no soy mucho de leer poesía, me gusta más la narrativa, libros de conciencia, transformación, avances emocionales.
Tú has hecho teatro, ¿has pensado alguna vez en escribir teatro? ¿Sientes que la poesía y el teatro se relacionan?
He escrito algunas obras para mis estudiantes. Yo sigo trabajando con teatro, sigo haciendo a mis estudiantes representar y dramatizar algunos monólogos, obras clásicas. Me gusta mucho Shakespeare, para mí es la base para hacer teatro dramático.
¿Cómo ha sido esa relación de representar obras con el hecho de escribir? ¿Hay algo que te haga resonancia en la representación y la escritura?
Estamos viviendo esas realidades escenificadas, dramatizar Shakespeare es vivencial, te hace sentir al autor. También en esas representaciones nos han pasado cosas tremendas: en una ocasión casi se nos quema el teatro.
Hay gente que le fascina el escrito teatral, falta de alguna manera recopilar a quienes escriben, publicar esas obras que están en lo desconocido.
En cuanto a la relación de escribir y representar, siento que me hace falta recopilar y organizar más mi escritos de teatro. Tengo monólogos perdidos que les he escrito a mis estudiantes. Creo que uno debe registrar todo lo que va a haciendo.
A veces escribo por la necesidad de alguno de mis chicos, pero eso debe quedar para tu organizador, quizás para algún día también publicarlo. Hay gente que le fascina el escrito teatral, falta de alguna manera recopilar a quienes escriben, publicar esas obras que están en lo desconocido.
¿Tienes algún ritual para escribir?
Yo me aparto para escribir, necesito tiempo sola, espacio sola, y me gusta. Son los tiempos en los que escribo más, prefiero hacerlo en casa, me gusta mucho encerrarme y escribir.
¿Cómo recomendarías Tsonkiri a los lectores?
Si quieres conectarte con la naturaleza, si quieres acercarte a sentir la naturaleza, lee Tsonkiri, de alguna forma, perdiéndote, nos encontramos.
Busquen en Tsonkiri ese encuentro consigo mismo. Espero que estas poesías los puedan trasladar a las viviendas en la selva, al viaje que hace el ser humano para buscar, de alguna manera, ser más consciente cada día. Espero que en el trayecto puedan sentir a flor de piel la poesía que les comparto en Tsonkiri con mucho cariño.
Busquen en Tsonkiri ese encuentro consigo mismo. Espero que estas poesías los puedan trasladar a las viviendas en la selva, al viaje que hace el ser humano
¿Cómo fue tu proceso editorial con el Grupo Ígneo?
Muy interesante. Es una primera experiencia, y definitivamente, no va a ser la única, estoy muy agradecida, me han sabido guiar en el proceso de crear y darle vida a «mi primer hijo».
Puedes viajar a la selva a través de Tsonkiri, compra tu ejemplar a través de nuestra web, en Amazon o en nuestras librerías asociadas.
Excelente trayectoria para el encuentro consigo mismo entre la naturaleza y la poesía. Felicidades a Danitza Crosby, sigue inspirando desde el amor por lo que haces.
Una maravillosa experiencia, interesante la experiencia de vivir con los ashaninka, grupo de seres humanos maravillosos. Sin duda intentare conseguir este poemario. Felicidades Danitza Crosby.